The surprising reasons animals play dead - Tierney Thys

Traductor: Paula Motter Revisor: Sebastian Betti

Imagina que una comadreja es atacada por un feroz predador.

Sin posibilidad de escapar,

hace lo que haría cualquier comadreja con valentía y amor propio:

encogerse, permanecer inmóvil y fingir un estado conocido como catatonia.

sacar la lengua,

babear,

y despedir un líquido maloliente por las glándulas anales.

Repugnado, el atacante suelta la presa,

ya no la ve como un apetitoso bocado,

y se marcha.

A los 10 minutos, la comadreja revive y sale caminando alegremente.

De los lemures a los lagartos,

de las hormigas a los anfibios,

de los tiburones a las gallinas,

cientos de animales fingen estar muertos como táctica para sobrevivir.

Esta estrategia, magistralmente interpretada por la comadreja,

recibe el nombre de tanatosis,

vocablo que deriva de Tánatos, dios de la muerte en la antigua Grecia.

Pero la mayoría de los científicos la llaman inmovilidad tónica, o IT.

Cómo y por qué ocurre este fenómeno depende de la especie y la situación.

Es común que los animales despidan líquidos pestilentes

y adopten posturas extrañas, en general con una función importante.

Otros animales sacrifican a sus vecinos:

los polluelos de codorniz que se inmovilizan

mientras sus pares huyen desesperados

tienen más posibilidades de sobrevivir cuando un gato los acecha.

Hablando de gatos, cuando las felinas pellizcan el cuello de su cría

inducen otro tipo de inmovilidad, llamada clipnosis.

De esta manera, el gatito se queda quieto y es fácil de transportar.

La mayoría de los mecanismos fisiológicos que intervienen en este despliegue teatral

se originan en el sistema nervioso parasimpático,

más conocido por controlar los ciclos de reposo y digestión.

En el caso de las comadrejas,

el sistema nervioso parasimpático reduce su ritmo cardíaco a casi la mitad,

la respiración a un tercio,

y la temperatura corporal a más de medio grado Celsius

por un espacio de hasta una hora.

El neurotransmisor dopamina también tiene un papel importante.

El gorgojo de la harina con bajo nivel de dopamina

finge estar muerto más seguido que aquel con niveles elevados,

y si se bloquean los sitios donde están los receptores de dopamina,

la catatonia puede prolongarse.

Pero sostener este artilugio de la muerte no es tarea fácil.

Los 'actores' deben controlar su entorno todo el tiempo

para decidir cuál es el momento más seguro de marcharse.

Las gallinas, por ejemplo, pueden intuir cuando un predador les ha echado el ojo.

Los investigadores lo descubrieron

usando un halcón artificial en un experimento

donde las gallinas salieron de su catatonia más rápido

cuando la mirada del halcón las evitaba.

Otros animales usan la inmovilidad tónica no solo como estrategia defensiva.

Cuando el pez dormilón tiene hambre,

se deja caer al fondo del lago, permanece inmóvil,

y toma el aspecto de un cadáver putrefacto por su coloración manchada.

Si algún pequeño carroñero se acerca a investigar,

este impostor falsamente muerto se lanza al ataque.

Algunos animales llegan a simular estar muertos como estrategia sexual.

El macho de la araña lobo obsequia a la hembra

insectos envueltos en seda para atraerla.

Pero como la hembra se come al macho que la corteja,

él finge estar muerto mientras la hembra devora su bocadillo,

y luego el macho resucita cautelosamente

y así aumenta sus posibilidades de aparearse con éxito.

La inmovilidad tónica puede entonces usarse

para beneficio del animal,

a menos que alguien más conozca su secreto.

La orca californiana puede voltear a un gran tiburón blanco de corta edad

e inducirlo a la inmovilidad por un tiempo tan prolongado que el tiburón,

imposibilitado de moverse para respirar, acaba asfixiándose.

Los humanos también pueden inmovilizar a un tiburón.

Acariciando su hocico eléctricamente sensible

y girándolo con suavidad,

los investigadores pueden inducir su inmovilidad tónica hasta 15 minutos.

Es un tiempo prudencial para insertar rótulos,

retirar anzuelos,

e incluso hacer cirugías.

Sin embargo, existen algunos riesgos:

la inmovilidad tónica puede restringir la respiración

e inducir hiperglicemia, que es un signo de estrés.

Esta técnica, entonces, debe usarse solo en caso de necesidad.

Los humanos también pueden experimentar inmovilidad tónica

cuando se paralizan de miedo ante una situación violenta.

Reconocer esta antigua e involuntaria reacción de autodefensa

es fundamental para poder entender

por qué algunas víctimas no huyen ni luchan ante el peligro.

De manera que estudiar la inmovilidad tónica en los animales

no solo nos ayuda a comprender mejor ciertos comportamientos extraños,

sino también a entender la reacción de los seres humanos,

a veces irracional,

cuando nos enfrentamos a una situación violenta.